El nuevo test, conocido como Lovelace 2.0 (nombrado así por la matemática Ada Lovelace) y que es una actualización del presentado en 2001, se basa en que la máquina en cuestión debe ser capaz de escribir una historia de ficción, crear un poema o elaborar una pintura para superar la prueba.
“Para superar este test, el agente artificial debe desarrollar un artefacto creativo a partir de una serie de géneros artísticos que requieren un mínimo desarrollo de inteligencia. Además, el artefacto debe cumplir con ciertas limitaciones que son impuestas por el evaluador humano. La creatividad no es exclusiva de la inteligencia humana, pero sí es uno de sus sellos de identidad”, explica Riedl
Para decidir si una máquina podía ser considerada pensante de manera indistinguible para las personas, lo cual dependía del tipo de preguntas que se le hicieran.
Por lo tanto, la prueba deja fuera muchos elementos, y esa es una de las razones por las que algunos investigadores han desarrollado variantes de esta prueba, enfocadas en otras aspectos distintos a una conversación.
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