La facultad de razonamiento que ostenta un agente
que no está vivo, tal es el caso de un robot, por citar uno de los ejemplos más
populares, y que le fue conferida gracias al diseño y desarrollo de diversos
procesos gestados por los seres humanos. Cabe destacarse que además del poder
de razonar, estos dispositivos son capaces de desarrollar muchas conductas y
actividades especialmente humanas como puede ser resolver un problema dado,
practicar un deporte, entre otros.
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